Organizaciones con mentalidad surfista

El mar es variable por naturaleza. Unos días está en calma, en otros se riza cuando sopla en viento, y según el sitio se agita con olas de tamaños variables. Igual que la vida misma.

Un surfista es esa persona que decide disfrutar de ese mar deslizándose por las olas. Que sabe ubicarse, y que está preparada física y mentalmente para subirse en cuanto lleguen.

Es, esencialmente, tan flexible y fluida como el mar que tanto goza.

Estos años estamos asistiendo a la llegada de una serie de crisis y eventos del tipo Cisne Negro que aumentan la incertidumbre por sus graves consecuencias. Lo último, a la hora de redactar estas líneas, es el terremoto en Turquía y Siria mientras vamos ya para un año de guerra desde que Rusia invadió Ucrania. Ahora es mucho más difícil hacer planes a medio plazo, y el largo casi que entra más en la categoría de juegos de azar.

En ese mar nuestro de todos los días aparecen cada vez olas más grandes, con distinta regularidad, desde distintas direcciones, y seguirá así. De modo que, ya que no podemos controlar el entorno, centrémonos en entrenar y mejorar nuestra mentalidad y habilidad para saber navegar esas aguas tan agitadas.

No puedes parar las olas, pero puedes aprender a surfearlas.John Kabat-Zinn

Los surfistas profesionales ofrecen desde su experiencia consejos que podríamos resumir en la siguiente lista. Claro, a nadie se le escapa que son perfectamente trasladables al ámbito de las organizaciones y las empresas. Que es a lo que vamos hoy.

 

LAS CLAVES PARA SER UN BUEN SURFISTA (como persona o como empresa)

Conoce tus capacidades. Hay que saber hasta dónde puedes llegar. De qué recursos dispones: habilidad y resistencia, por ejemplo, en el caso del surfista. En una empresa hay que saber si tenemos recursos (temporales, humanos, económicos o tecnológicos) para navegar nuestra ruta, o para introducir cambios en su operativa, o desarrollar nuevos productos y servicios en función de las circunstancias.

 

Busca un mentor. Nadie nace sabiendo, por mucho que diga el emocionado surfista cuando sube por primera vez a su tabla. Te ahorrarás muchos disgustos y avanzarás mucho más rápido si complementas tu formación de la mano de expertos que ya han pasado por donde tú estás. Ya han cometido sus errores y disfrutado de sus triunfos, y es de sentido práctico aprovecharlos. La rueda se inventó hace tiempo y tiene poco sentido dedicar esfuerzos a reinventarla.

 

Surfea con más surfistas. Varias personas ven más que una, y si hay problemas es más fácil dar con la solución para salir de ellos. No es cuestión de no poder hacerlo solo; es que es mucho mejor -y más divertido, todo sea dicho- hacerlo en compañía. Los equipos tienen muchas ventajas sobre el lobo solitario. En ellos, unos aprenden de otros y lo que no saben lo descubren juntos. Esto además da un sentido de pertenencia a un grupo concreto que hace mucho más satisfactoria la experiencia de surfear o perseguir juntos unos objetivos mientras disfrutamos del viaje.

 

Observa bien el océano. ¿De dónde viene el viento? ¿Qué espacio hay entre ola y ola? ¿Qué otros surfistas hay cerca? ¿Empeorará el tiempo? Igual que hace un surfista, el empresario y su equipo también tienen que ser proactivos y estudiar los datos que necesitan para saber en qué situación están. Hay que desarrollar interés para detectar tendencias, modas, nuevas tecnologías, cambios en los mercados o la posibilidad de adentrarnos en prometedores y desconocidos océanos azules.

Si no entiendes la ola, no puedes respetarla. Y si no tienes respeto, es solo cuestión de tiempo antes de que el océano te enseñe a conseguirlo. Laird Hamilton

 

Busca el mejor sitio donde esperar. Un surfista estudia en entorno para, además, prever cuál será el sitio donde más probablemente podrá arrancar una buena ola. Y dónde no estar porque las mareas o la cercanía de arrecifes y otros obstáculos podrían suponer un problema. Por eso es tan importante estudiar el entorno: para estar en una buena posición que permita adelantarse a los demás.

 

Encera bien tu tabla. Ten tus recursos a punto. Una tabla en mal estado es mucho menos eficaz surfeando las olas que otra bien conservada y cuidada. Lo mismo ocurre con las organizaciones y las personas que las integran. Tienen que dedicar recursos para estar preparadas para la próxima ola y así poder aprovecharla o, al menos, no sufrirla demasiado. Una cultura flexible, con colaboradores formados, motivados y bien cuidados, puede determinar la diferencia entre el naufragio y el éxito.

 

Desarrolla un sentido del ritmo y del tiempo. El surfista busca identificar el patrón que siguen las olas. Una grande, tres pequeñas, una mediana, otra grande… Con esa información tienen más posibilidades de encontrar el mejor sitio y momento para subirse a la ola que tanto esperan y disfrutar de una cabalgada inolvidable. Una empresa capaz de entender esos tiempos del mercado estará mucho más cerca de aprovechar una crisis. Y tendrá un viaje con éxito como si estuviera en Nazaré con los más grandes.

 

Adáptate al contexto. El surfista se mueve para dirigir su tabla hacia donde más le conviene. Y para conseguirlo tiene que ser flexible en su navegación e ir introduciendo los cambios que le impone la ola, el viento, las mareas u otros surfistas que estén cerca. Tiene un plan, claro. Sabe dónde ubicarse mejor, con qué orientación, intuye cuándo llegará la ola deseada. Lo que también hace es, en función del entorno, adaptar ese plan inicial para mantener las posibilidades de alcanzar su objetivo: esa gran ola… o esa nueva línea de negocio tan apetecida como lucrativa. Porque el mar y los mercados nos obligan a mantenernos atentos a los cambios y evolucionar con ellos si no queremos quedarnos atrás.

 

Decide sobre los riesgos y las oportunidades. Al llegar la ola el surfista tiene que decidir si se sube a ella y cómo y cuándo hacerlo. Después de decidir surfearla, va constantemente decidiendo hacia dónde va para alargar al máximo su cabalgada. Más arriba o más abajo, a un lado o al otro, vigilando siempre hacia dónde va rompiendo y con qué velocidad. La empresa también tiene por delante muchas decisiones que tomar ante las olas:  desde las que tomó previamente para estar preparada hasta las iniciativas en las que se embarca para ver no solamente cómo resistir la crisis, sino ir más allá de la supervivencia y verla como una oportunidad para adelantarse a su competencia.

Las olas no se miden en metros o centímetros. Se miden en incrementos de miedo.Buzzy Trent

 

Practica para mejorar y crecer como surfista. El entrenamiento y la experiencia es lo que nos lleva a la mejora. Como surfistas, como profesionales, como aprendices de un idioma o practicantes de meditación. La maestría se obtiene con esfuerzo y determinación, mientras que la competitividad se logra sumándole capacidad de búsqueda de nuevas opciones, ya sean olas o clientes. En un podcast sobre creación de cursos online escuché una reflexión en esta línea: que una vez que hayas hecho ya varios cursos, el primero que hiciste debería sonrojarte. Claro, porque hay todo un itinerario de aprendizaje que has conseguido recorriéndolo y prestando atención.

 

¡Diviértete! Al final, la vida es corta y dedicarla a algo que no nos llena es desperdiciarla. Si amas el surf llegarás al máximo de tu capacidad como surfista. Si lo tuyo es la contabilidad o la alfarería, el cultivo de legumbres o las ventas, se notará en lo bien que lo haces. Con un extra: que cuando vayas al trabajo o a donde fuera lo harás con ganas, y aportarás al mundo una cara sonriente por su satisfacción interna.

El mejor surfista es el que se divierte más. Phil Edwards

 

LA MENTALIDAD SURFISTA EN LAS EMPRESAS Y ORGANIZACIONES

Un surfista es todo menos rígido. Es adaptable. Ambicioso. Con espíritu de superación. Le gusta su tribu y compartir lo que va aprendiendo mientras aprende de los que saben más. Tiene una visión de su entorno que le permite trazar mejor su ruta, entender cómo llegar a donde quiere ir al tiempo que disfruta la cabalgada.

Una organización con una cultura de surfista tiene muchas más posibilidades de montar una buena ola que de hundirse con ella. Por supuesto que de vez en cuando habrá chapuzones y errores. Que eso no nos detenga cuando tengamos planes de mejora en innovación y nos veamos asaltados por los miedos que nos trae la incertidumbre.

¿Quién querría vivir sabiendo con exactitud todo lo que le va a ocurrir en el futuro, incluida su muerte? Muy pocos. El surfista que sale por la mañana de su casa no va pensando en los riesgos, sino que va soñando con esas olas que desea disfrutar. La incertidumbre es lo natural en la vida: una adecuada mentalidad como la del surfista hará que nuestra empresa llegue más lejos, a menos coste, con un propósito más claro. Habrá que hacer cambios en nuestros planes, seguro. Pero si mantenemos la vista fija en el horizonte esperando y buscando nuestra ola, la veremos viendo más una oportunidad de sentirnos vivos que como un peligro del que hay que esconderse.

El surf tiene que ver con la incertidumbre. Esa sensación de correr un riesgo, ese salto de fe cada vez que salto al océano, ese remar entre cosas que no se ven, todo eso hace que el surf sea muy especial”. Shaun Tomson, campeón mundial de surf

 

 

AUTOR

Alberto Losada Gamst. Consultor de empresas especializado en la inteligencia colaborativa y la gestión de las ideas. Escritor de artículos y ponente sobre creatividad e innovación, comunicación en las empresas y repensamiento de nuestras actividades.

Como formador especializado en habilidades de comunicación e innovación en las organizaciones, he impartido talleres en más de 30 empresas (muchas de las cuales han repetido con nuevos grupos) y más de 1.400 participantes a comienzos de 2023, tanto presencialmente como online. Y en todas las ocasiones he aprendido mucho de todos. ¡Gracias por ello!

IMAGEN: Pixabay en Pexels

 

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