La empresa es una actitud

Todos sabemos que una empresa es lo que son sus personas. Cómo se comporta cada una, cómo se interrelaciona con las demás, cómo funcionan los equipos y cómo cada uno aporta al conjunto.

Distingamos aquí dos aspectos: el mecánico y el humano.

El mecánico se refiere a los objetivos que se persiguen y las acciones o procedimientos que se realizan para conseguir esos objetivos. Algo así como las instrucciones para montar un mueble o ir de un sitio a otro.

Asunto distinto es el aspecto humano. Aquí me refiero a esos intangibles tan poderosos como la motivación, el compromiso, los valores, la ética y el sentido del propósito. Es la dimensión emocional de la acción, su color, su vibración.

 

ERASE UNA VEZ… LA PERSONA

Que es la base de toda organización. La suma de las peculiaridades y actitudes de las personas nos lleva a definir el carácter general de su conjunto. Si reunimos sujetos indiferentes conseguimos un grupo sin motivación, ajeno a los resultados, en el que esencialmente cada uno se preocupa de sus propios intereses.

Entra en juego la autogestión y la automotivación. ¿Queremos que la empresa nos trate como profesionales adultos responsables de sus tareas y objetivos? ¿Deseamos un poco más de autonomía a la hora de tomar decisiones y organizar el trabajo? Pues demos razones para que esto ocurra. Seamos fiables ante compañeros y jefes. Cumplamos con nuestras obligaciones y vayamos un poco más allá de nuestro perfil, aportando valor al conjunto.

Vamos, que seamos exigentes con nosotros mismos. En lo mecánico y en lo humano.

¿Queremos un ambiente positivo, con conexión interpersonal, que invita a la colaboración y en el que hay una dinámica de trabajo que fomenta el desarrollo de las personas? Pues seamos los primeros en dar ejemplo. Porque todos ejercemos más o menos influencia hacia arriba, lateralmente y hacia abajo.

Todos somos líderes influyentes. Lo que hacemos y cómo lo hacemos contagia a nuestro entorno.

 

Y LUEGO VINO EL EQUIPO

Una pregunta: ¿qué aparece antes, el líder de un grupo que lo crea o el grupo y luego aparece el líder para dirigirlo?

En todo caso, soy de los que creen que en toda organización que aspire a ser eficaz debe existir alguien que establezca objetivos y coordine la acción necesaria para alcanzarlos. Es naturaleza humana.

Un equipo de trabajo es una empresita. Tiene sus recursos, metas y estilo. Tiene su forma de hacer las cosas. Una forma que deriva de las actitudes de sus integrantes. ¿Qué son ferozmente competitivos individualmente y desconfían del trabajo en equipo porque no les permite destacar y llevarse mejores recompensas? Pues poca vida le queda, y la que haya será en un ambiente estresante y tóxico que, además de invitar a irse, impide la innovación y frena la creación de valor.

En cambio, si se suman actitudes positivas que buscan cómo ayudarse y complementarse para ser más que su simple suma de talentos, ya tenemos un engranaje fundamental de la organización funcionando para el conjunto.

En este perfil positivo la buena comunicación tiene un papel decisivo. Porque lleva a la confianza, a la tranquilidad emocional, a las buenas relaciones interpersonales e interdepartamentales. Lleva a los buenos resultados empresariales.

Steve Jobs lo tenía claro: “Las grandes cosas nunca las hace una sola persona. Las hace un equipo”.

Y su líder, haya venido al comienzo o sea sobrevenido, tiene mucha responsabilidad en comprender y orquestar las actitudes de cada miembro para marcar la de todo el equipo.

 

EL NACIMIENTO Y EVOLUCIÓN DE LA CULTURA DE LA EMPRESA

Se suele decir que la cultura de una empresa es su personalidad. Su forma de ser, de decidir, de lo que le gusta y de lo que no, sus preferencias. Su forma de actuar interna y externa.

Es lo que la diferencia de otras empresas mecánicamente parecidas. Ese componente humano y de valores es su elemento distintivo para bien y para mal.

Típicamente, la personalidad de los fundadores es la base de esa cultura de la empresa que empieza. Luego va creciendo a medida que se incorporan otras personas con nuevas actitudes, más o menos alineadas con las de los fundadores.

Y con los tiempos y los mercados va evolucionando esa cultura hasta consolidar esa personalidad propia que la distingue.

¿Queremos una cultura innovadora? Fijémonos en Google. ¿Cómo se manifiesta? En el fomento del pensamiento creativo, tiempo dedicado a proyectos personales (como el 20 % de tiempo que se ofrece a los empleados) y un fuerte enfoque en investigación y desarrollo. ¿Dónde podría verse? En los departamentos de I+D, hackathones, laboratorios de innovación, y durante reuniones periódicas de “presentación de ideas” donde los empleados pueden presentar nuevos conceptos y recibir apoyo para su desarrollo. Es decir: hace lo que predica y trabaja para conseguirlo.

Cuando se dice de una empresa que es un buen sitio para trabajar, se habla de mucho más que del trabajo. Se habla del ambiente, de la sensación de seguridad profesional y emocional de las personas. Se habla del elemento humano y no del mecánico. Como curiosidad, aquí puedes ver la lista de palabras con las que los empleados califican a sus empresas según la organización “Great Place to Work”. Las cuatro primeras que definen su ambiente son: divertido, retador, amistoso y participativo.

La cultura de empresa, su actitud, termina siendo una buena alineación entre los valores y creencias comunes con los individuales. No todo el mundo vale para cualquier empresa, ni a todas las empresas les vale cualquier perfil de persona.

Tienen que compartir la música que bailan para no pisarse.

 

LA ACTITUD COMO VENTAJA COMPETITIVA

Ahora estamos viendo cómo la Inteligencia Artificial está entrando con rapidez y discreción en las empresas. No incorporar este revolucionario recurso es apostar por la competencia que sí que la emplea.

La parte mecánica de las organizaciones será progresivamente más eficaz. Es cuando más importancia cobra el saber diferenciar entre “jobs” (trabajos, responsabilidades) y “tasks” (tareas concretas). De momento son los humanos los que deciden los primeros, mientras que serán los sistemas automáticos/cibernéticos los que hagan los segundos.

La ventaja competitiva que nos ofrece una sana y positiva cultura de empresa la podemos ver sobre todo en una extraordinaria capacidad de captar, retener y desarrollar el mejor talento.

Esto se traduce en:

  • una extraordinaria atención al cliente, razón de ser de toda empresa. Todo lo que se hace es teniendo al cliente presente, lo que lleva a mejoras en la retención de cuotas de mercado.
  • una superior capacidad de innovar en los cambiantes mercados. El ambiente abierto y motivador promueven la gestión de ideas y la innovación interna.
  • una potente adaptabilidad y resiliencia. Las personas y los equipos ven las dificultades como oportunidades. La confianza interna, la colaboración y la comunicación permiten el cambio de políticas y estrategias para aprovechar esos cambios.
  • mejor productividad y resultados. Porque no nos engañemos: las empresas están para ganar dinero.

 

EN RESUMEN

De la misma forma que se dice del carácter de las personas se dice del de las empresas. Atractivas o desagradables, avanzadas o conservadoras, people-first o company-first, al día en la tecnología o recelosas de las novedades. Flexibles o rígidas. Interesantes para el viaje personal y profesional de las personas o un simple sitio de paso.

¿Y por qué querrían las personas trabajar en ellas y aportar el valor de su talento, experiencia motivación?

Porque les gusta su actitud y personalidad.

 

AUTOR

Alberto Losada Gamst. Director y cofundador de Avantideas. Consultor de empresas especializado en ayudar a las empresas a estar mejor preparadas para su viaje al futuro a través de las mentalidades adecuadas, la comunicación emocionalmente inteligente y el pensamiento de ecosistema. Mentor para startups con Wayra, Human Age Institute y la Fundación Tomillo.

Como formador especializado en habilidades de comunicación e innovación en las organizaciones que desean alcanzar el futuro, he impartido talleres en más de 40 empresas (muchas de las cuales han repetido con nuevos grupos), tanto presencialmente como online. Y en todas las ocasiones he aprendido mucho de todos. ¡Gracias por ello!

 

IMAGEN: PixelsEffect de Getty/Canva

 

 

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