Estamos en medio de una crisis, incluso de una omnicrisis: es decir, las diversas crisis de nuestro tiempo se superponen y se combinan para formar una red compleja y confusa. En otras palabras: el sistema en su conjunto está enfermo. La razón de esto es un cambio de época: como sociedad nos encontramos en una desagradable fase de transición entre dos épocas.
Traducido y adaptado del original "Wege aus der Omnikrise", por Lena Papasabbas en el blog de The Future Project
La vieja normalidad se está disolviendo y la nueva normalidad es solo una débil premonición en el horizonte. Demasiados cambios a la vez tienen un efecto paralizante. Es por eso que tanta gente se siente tan increíblemente agotada en este momento. Estamos en un tiempo de agotamiento por el cambio colectivo. El retraimiento y la nostalgia parecen atractivos, como una forma simplemente de alejarse del mundo estresante. Pero para gestionar y dar forma al cambio en nuestro beneficio, necesitamos en realidad que va exactamente en sentido contrario: personas que sean proactivas respecto del futuro.
Para comprender la abrumadora complejidad del mundo, es útil ver las crisis como oportunidades: como una ruptura de viejas estructuras que nos da la posibilidad de pensar y actuar de maneras nuevas. Igualmente importante es la creencia de que la nueva realidad podría ser mejor de lo que actualmente podemos imaginar.
Para lograrlo es fundamental ver los caminos hacia un futuro mejor que ya existen hoy y que vale la pena recorrer. En nuestro metaestudio “La Omnicrisis” hemos descrito seis de estos posibles caminos para salir de la crisis. Aquí los resumimos en seis elementos de reflexión que nos ayudarán a abrir la mente al mostrarnos qué metasoluciones constructivas podrían llevarnos a una sociedad mejor.
1. REPENSAR LA PROSPERIDAD
El paradigma del crecimiento es un gran problema de nuestra economía, nuestro mundo laboral y nuestra cultura. Uno de los grandes retos de nuestro tiempo es reinterpretar la prosperidad para dejar atrás el constante afán de más: en lugar de acumular símbolos materiales de estatus y soñar con las próximas vacaciones en Bali mientras se está totalmente atrapado en la rueda del hámster, hay que redefinir la prosperidad. La prosperidad del tiempo es la palabra mágica: menos trabajo, menos consumo y, en su lugar, más calidad de vida y tiempo para lo que realmente importa.
Conceptos progresistas como la renta básica incondicional ya anuncian un cambio de paradigma. Las empresas en decrecimiento y poscrecimiento ya están experimentando con modelos de negocios que no buscan (solamente) maximizar las ganancias. Algunos países también se están alejando del producto interno bruto como único indicador de prosperidad: Bután, por ejemplo, se está centrando en el crecimiento de la felicidad de su población. Incluso en la vida cotidiana se observan cada vez más estilos de vida minimalistas y tendencias a la desaceleración. Ya existen muchas ideas audaces. Vale la pena tomarlas en serio: una nueva definición de prosperidad podría significar una mejor calidad de vida para todos.
2. BURGUESÍA EN LUGAR DE CONSUMISMO
La crisis de la democracia sólo podrá superarse si abandonamos nuestras expectativas y exigencias hacia la política y volvemos a vernos como parte activa de los procesos democráticos.
En la actualidad, la actitud de muchas personas hacia los políticos es similar a la de los consumidores: se les exige algo, ellos tienen que cumplirlo y ellos mismos son los beneficiarios, o no. Los consumidores tienen una mentalidad completamente diferente a la de los ciudadanos, quienes se ven a sí mismos como participantes de la sociedad, asumen la responsabilidad de la comunidad y quieren contribuir al bien común.
Para alentar a más personas a verse a sí mismas como parte de una democracia vibrante, necesitamos un cambio de conciencia dentro del sistema político: la comprensión de que las fuerzas sociales solo pueden liberarse si hay suficiente margen de acción dentro del cual el compromiso cívico pueda realmente desarrollarse. Para ello son fundamentales los espacios de participación que posibilitan una mayor participación e intercambio ciudadano. Los referendos o los consejos ciudadanos pueden ser una palanca en este sentido, pero el redescubrimiento de la democracia también tiene un gran potencial para revitalizar la democracia ciudadana.
3. PENSAR EN EL JUEGO DE SUMA POSITIVA
El logro cognitivo colectivo hacia una sociedad mejor, más benévola y tolerante consiste en desaprender a pensar en juegos de suma cero. Así, el patrón de pensamiento es “Lo que yo obtengo se lo quitan a otro” y viceversa. “Cuando una persona se vuelve más rica, otra debe volverse más pobre”. “Si los refugiados están bien atendidos, esto se hace a expensas de los locales”. “Si mi compañero recibe un aumento, a mí me queda menos”…
Estos patrones de pensamiento tienen su origen en el principio competitivo del capitalismo y, por lo tanto, están muy extendidos, pero perjudican la cohesión social. Porque el pensamiento de suma cero está erosionando una cultura europea en la que los valores humanistas (deberían) dominar, y está formando el caldo de cultivo cognitivo para el nacionalismo, el populismo y la violencia de derecha.
En lugar de pensar en juegos de suma cero, podemos entrenarnos para volver a pensar en juegos de suma positiva. Los juegos de suma positiva generan progreso al agregar un “bono”, un “plus real”, a lo que ya existe. Cuando naciones, empresas o personas comercian entre sí, puede surgir una situación mutuamente beneficiosa, siempre que exista un mercado justo. Cuando las personas forman una familia, se crea un excedente reproductivo. El progreso surge de una cooperación con éxito.
4. EVOLUCIÓN CULTURAL EN VEZ DE TECNOLOGISMO
La mala noticia: la inteligencia artificial no nos salvará a todos. La buena noticia: ya tenemos todas las tecnologías que necesitamos para superar muchos de los principales desafíos de nuestro tiempo.
Un ejemplo: la transición del transporte no requiere más innovación tecnológica, ni taxis voladores, ni ciudades inteligentes, ni coches autónomos. Lo único que necesitamos para que las ciudades vuelvan a ser más habitables y sostenibles son innovaciones sociales. Del coche como símbolo de estatus al principio de “usar en lugar de poseer”. Menos producción de vehículos, más movilidad como servicio. Con el transporte público, las bicicletas, las bicicletas eléctricas, algunos coches eléctricos y la infraestructura digital, todo lo necesario para transformar los espacios urbanos ya está disponible.
La tarea clave es practicar nuevas técnicas culturales, establecer nuevos sistemas de valores y trabajar consistentemente para lograr una ciudad que, en la planificación urbana, sea más amigable con las personas que con los automóviles.
Como sociedad, hemos desarrollado un verdadero fetiche por la innovación que busca una solución tecnológica para cada problema. Necesitamos alejarnos de este innovacionismo ciego que se basa en la tecnología como panacea y acercarnos a un enfoque en la evolución cultural. Porque gran parte de las estructuras, tecnologías y condiciones marco para las innovaciones sociales que pueden conducirnos a un futuro mejor ya existen.
5. GLOCALIZACIÓN
Glocalización en lugar de globalización: este principio aparentemente trivial de reintegrar recursos, experiencia y estructuras locales en sistemas globalizados puede resolver muchos de los problemas que ha traído consigo la globalización degenerada. La crisis de las cadenas de suministro tradicionales nos ha mostrado la vulnerabilidad de los sistemas de cadenas de suministro dispersos globalmente que actúan como salvavidas de las sociedades globalizadas.
El principio de glocalización describe un replanteamiento necesario: la creación de valor y la maximización de beneficios ya no deben ser los únicos parámetros de las redes de producción internacionales, cuyo objetivo principal es garantizar el abastecimiento de la sociedad con los bienes necesarios. Factores como la resiliencia, la calidad y la sostenibilidad deben ser objetivos iguales de estos procesos en el futuro, revalorizando lo local.
Esto permite que las relaciones comerciales regionales vuelvan a ser componentes importantes de las redes de producción que garanticen la estabilidad y la seguridad, así como mayores reservas materiales. Las alternativas de materias primas locales pueden complementar el comercio global y reducir las fuertes dependencias a través de la diversificación. Ya sea electricidad, alimentos o muebles: el principio de glocalización reintegra a los productores, recursos y redes locales allí donde tenga sentido.
6. CULTIVAR VISIONES POSITIVAS DEL FUTURO EN VEZ DE ESCENARIOS CATASTRÓFICOS
La perspectiva de una catástrofe ecológica como una nueva y amenazante meganarrativa se cierne actualmente sobre toda la actividad humana. En esta narrativa, los seres humanos son simplemente plagas que destruyen el medio ambiente y, por ende, sus propios medios de vida. Hoy en día, todos los niños están familiarizados con los escenarios de horror de especies extintas, guerras por los recursos restantes, ciudades inundadas, flujos gigantescos de refugiados y desastres naturales, pero uno busca en vano imágenes positivas de un futuro que valga la pena vivir.
En la omnicrisis se ha vuelto más difícil creer en un buen futuro. Los medios de comunicación nos proporcionan nuevos titulares negativos cada segundo. La narrativa futura de una mejor relación entre los humanos y el medio ambiente tiene el potencial de convertirse en una nueva supernarrativa. Sólo una visión convincente de un futuro ecológico positivo que sea socialmente justo y signifique una alta calidad de vida para todos puede movilizarnos y motivarnos a tomar los muchos pasos pequeños y grandes que podrían llevarnos a ese futuro.
Sin embargo, esta visión no debe significar un “regreso” a un pasado supuestamente armonioso en el que todos vivimos en chozas de barro y cultivamos nuestras propias verduras. Lo que necesitamos es una recombinación creativa de los recursos tecnológicos, sociales y científicos existentes en favor de un cambio holístico y sistémico.
EL BUEN FUTURO
Un futuro socialmente justo y ecológicamente sostenible es una preocupación compartida globalmente que puede darnos como sociedad un nuevo sentido de dirección, una visión del futuro, y así permitirnos actuar.
Para que el buen futuro vuelva a ser más tangible y visible, es útil reconocer las transformaciones existentes que pueden conducir a una próxima sociedad mejor. En Future:Project nos comprometemos con una investigación transformadora del futuro, que promueva precisamente este desarrollo constructivo: describiendo sistemáticamente futuros deseables y haciéndolos tangibles.
AUTORA
Lena Papasabbas aborda las complejas interacciones entre la tecnología, la cultura y los valores cambiantes. La antropóloga cultural y filósofa está interesada en todas las facetas de la cultura contemporánea y, en su trabajo, explora sus dinámicas centrales de desarrollo.
El camino de Lena Papasabbas la llevó desde su lugar de nacimiento en Franconia a Frankfurt, donde estudió antropología cultural y filosofía y trabajó como autora, editora y líder de seminarios. Después de nueve años en el Zukunftsinstitut como autora, conferenciante y estratega de redes sociales, en 2023 decidió dedicarse por completo a la investigación de futuros transformadores como cofundadora del Future:Project.
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